Sin embargo había algo aun en su Ser que no terminaba de emanciparse de aquellas pautas o conductas que lo habían incomodado siempre según las cuales había sido educado y formado.
Recordó aquel pensamiento Sartreano que tanto admiraba por su claridad. “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”. Cuanta tela para cortar hay aquí! Cuanto para pensar! Bueno si, realmente le gustaba mucho pensar.
Esto que le sucedía ahora era, pensaba él, un rasgo que le hacía dar cuenta que aun no era Hombre. Hombre con mayúscula, hombre en todo el sentido de la palabra. Si, si contara a Sartre lo que me sucede en estos casos, el diría que no termino de ser un hombre, pensaba, quizás de un modo algo extremista.
Pero era interesante este pensamiento: se veía tan maduro, tan desarrollado, tan Hombre con mayúscula en tantos aspectos de su vida, se sentía tan exitoso en aquellos aspectos en los cuales ya era Hombre, que le incomodaba pensar que aun en otros, no lograba serlo.
Inquieto, fascinado, pensaba.
Este enunciado está dividido en dos partes, si se quiere, históricas y sucesivas. Si cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él, tenemos al hombre, y tenemos lo que hicieron de él, previamente.
Y es cierto, condiciona pero no determina. Una buena formación como persona condiciona a un proyecto de Hombre de una manera positiva si se quiere: si le han sido inculcados valores de respeto, conducta, honestidad, trabajo, humildad, sinceridad, compromiso, difícilmente una persona pueda resultar “de mala calidad”. Pero puede suceder.
Si es más probable, pensaba, en cambio, que alguien formado bajo la violencia constante y honda que genera la indiferencia, o bajo cualquier otro tipo de violencia con todo lo que esto acarrea; sin demostración de afecto, sin imposición de límites, sin demostración de ejemplos de vida, con valores tergiversados -el dinero ni todo lo que el compre no ocupara jamás el lugar de un padre o de una madre ausentes, para que tienen hijos si no están en sus cumpleaños o graduaciones-, pensaba.
Es más probable, quería decir que pensaba, que alguien así criado resulte lastimosamente, en una persona de no tan buena calidad. Pero en absoluto, y aquí viene el concepto de determinación, esto es algo directo y univoco: un hombre así formado, puede, por su naturaleza y con toda la fuerza que tenga en su cuerpo, romper con esta formación que tanto daño pudo haberle hecho, y con todo el esfuerzo convertirse en un Ser receptivo, abierto a intentar ser un Hombre de calidad, un Hombre hermoso y con mayúscula.
Notaba cuanto sufrían los hombres de esta tipología: sus ganas de Ser íntegros, completos, de brindar todo lo que no recibieron, todo lo que la vida no les dio, contrasta con ese enorme vacío que generaron en ellos, y eso es un dolor tremendo.
Conocía algunos casos, de ambos tipos de hombres.
La cuestión era, entonces, que es lo que le jodia, que era aquello que no lo dejaba terminar de ser Hombre?
Eran varias las situaciones que lo hacían sentir así pero más precisamente en este caso, pensaba en la Culpa.
Cada vez que le mencionaban dicha palabra preguntaba socarronamente que significaba aquello, ya que no creía, o decía no creer en eso. Nunca más, después de tanto tiempo que esa puta palabra lo había hecho sufrir tanto: odiarse, y odiar a aquellas personas que tanto, que todo le habían entregado para que el con su fuerza y capacidad natural, se hiciera Hombre de una vez.
Se hacia el desconcertado, se hacia el boludo. Pero sabía bien lo que significaba.
Que le daba culpa ahora? Haberle dicho a la madre en el día comercial de la madre que se quedaba en su casa para poder estudiar y no estar haciendo aquello para lo cual había dicho a la madre que faltaría a la reunión familiar.
Que sucedió? Que se despertó temprano, temprano para un domingo, a las diez de la mañana. Salió a dar unas vueltas, a tomar un poco de aire previo sentarse a estudiar para ese maldito examen que habría de rendir por segunda vez. Era una mañana primaveral exquisita. La gente en las veredas desayunando al sol, poco tráfico, esos días en los que uno piensa: y donde están todos los problemas que tiene vivir hacinados en esta ciudad?.
Camino mucho, cada cuadra que se alejaba era una excusa mas para no regresar a estudiar. Una mas… una mas… una mas… y encontró una librería abierta. Abierta aquella mañana exquisita de domingo. Había que estudiar, pero la mañana era más exquisita aun si entraba a aquella librería.
Y pensó que la vida era, por lo menos acercándose a los treinta años, o mas bien, que valía la pena, deteniendo el tiempo, y que esto no se lograba de otra forma que ni más ni menos, intentar disfrutar plenamente de cada pequeña cosa, cada pequeño momento, y decidió entrar.
Y como aquellas situaciones que a veces llamamos señales (me pregunto señales de que – nota del narrador) que hacen pensar a uno que ha tomado la correcta decisión, se encontró al entrar con el hombre mas hermoso que había visto en tiempo.
En aquella libreria, aquel domingo de primavera, estaba introduciendose en un mundo que no conocia ni imaginaba conocer, menos aun en una libreria un domingo por la mañana, cuando deberia haber estado estudiando, segun lo que habia dicho a su madre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario