domingo, 24 de mayo de 2009

Revolución

Pienso que vivimos en tiempos de revolución.
Y aunque todo parezca tan estático y sin posibilidades de cambio, creo que estamos viviendo en el cambio. Son tiempos de cambio.
Creo en la Revolución.
Creo que la palabra Revolución es una de las más hermosas de nuestro lenguaje: la Revolución de un pueblo, la Revolución de un grupo de personas, la Revolución de una persona para con sí misma y para con el mundo que la rodea.
Encuentro en esta palabra una añoranza de juventud, de vigencia de ese inconformismo protagonista del carácter de las personas en sus años de preparación para la adultez: este inconformismo, estas ganas de cambiar el mundo, las cosas, nos aleja de ser parásitos de esta sociedad que solo escuchan, repiten y hacen caso, y nos posiciona en un espacio desde donde pensarnos a nuestro modo, según nuestras ideas de cómo deberían ser las cosas para una vida mejor.
Una revolución es legítima cuando está sustentada en un ideal de progreso. Se ha pretendido en todo el mundo y en todos los tiempos enmascarar detrás de esta gran idea, procesos nefastos sostenidos simplemente en las ideas ambiciosas de unos pocos y para unos pocos.
Tras un proceso revolucionario existe una época de asentamiento de los cambios producidos por este suceso y aquí nuevamente (será la naturaleza humana?) nos encontramos inmersos en redes de corrupción y ambición que terminan denostando y siendo contrarias a las ideas por las que se luchaba. Quizás el caso de la Unión Soviética y Cuba son los más gráficos para explicar esta idea.
Extraigo de esto que debe entenderse a la Revolución como un proceso conformado por distintas etapas y fijado en un determinado lapso espacio-temporal, hablando tanto de sociedades como de personas. Esto significa que la Revolución tiene un principio y un fin establecidos. De esta manera, estaría conformada en principio por un gran momento de utopía: toda la energía que conlleva tiene sus bases en esta concepción: las utopías guían nuestras vidas y nos dan la fuerza. Estos son los momentos de Revolución pura. Desde las ideas, desde la fuerza de la pasión, no contaminadas por los agentes que comienzan a aparecer luego. En una segunda instancia de proceso revolucionario, existe el hecho en sí mismo: el cambio del estado de las cosas. Las formas y espectros que abarca cada Revolución nos hablan de sus cualidades y permiten entender de qué tipo de revolución se habla. Finalmente, existe el periodo en el que las nuevas ideas, conceptos, políticas se asientan y es aquí donde las cosas se estancan y el sentido de progreso necesita de una nueva Revolución. Es el eterno retorno nietzscheano.
VIVA LA REVOLUCION!, porque con ella soñamos, crecemos y cambiamos: vivimos.

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