miércoles, 6 de mayo de 2009

La Universidad de Buenos Aires

Placer. Inmenso placer.

La Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires es un reducto de genialidad, magia y pasión inacabable.
Sacrificio, constancia, perseverancia, son quizás los valores esenciales en los que esta facultad forma a las personas, mas allá de la especificidad de cada disciplina.
De este modo y en forma no planificada (bendito sea nuestro país) todas las facultades de la UBA tienen esta calidad de formadoras de profesionales pero sobre todo de personas.
El cursado de una carrera en la UBA no solo llena de conocimiento sino que, cosa que considero más importante aun, forma personas. Desde la tolerancia, la perseverancia (de nuevo), el “arreglárselas”.
Desde la cotidiana incomodidad nacen formas de creatividad y fuerzas de voluntad de una dimensión impensada; mas allá de que la sede del pabellón 3 de ciudad universitaria es de las mejores de la UBA, muchas clases transcurren en condiciones hasta de hacinamiento, de calor agobiante en verano y frio en invierno. De falta de aire, de recursos, de dinero, de papel higiénico, de baños limpios, de colas largas…
Pero lo grandioso es el a pesar de todas estas cosas. Los docentes que no cobran, los alumnos que se sienten incómodos, la burocracia para cada tramite. Las fallas en los sistemas de inscripciones y exámenes. Y a pesar de todo ello, la pasión y dedicación que se observa realmente emociona.
La inquietud y el apasionamiento por construir conocimiento. El amor por transmitir de parte de los docentes, la pasión por aprender y aprehender por parte de los estudiantes. La conjunción de tantas personas distintas que provienen de tantos lugares, el hecho de ser mas de 10.000 estudiantes en un solo edificio (mas que un pueblo), ese intercambio constante de ideas, ese hervidero de debate.
No es casual que junto a filosofía, ciencias sociales, psicología, la facultad de arquitectura haya sido intervenida por el gobierno militar de 1976.
La estructura propia de la FADU genera huecos, vacios de control que son ocupados por los intereses personales, esto es, la orientación deseada que cada cátedra o grupo de docentes intenta transmitir. Esta amplitud de pensamiento se traduce en una oferta incomparable de modos de entender y tomar la profesión, hecho que resulta inédito en la formación como arquitecto, en referencia a otras instituciones de este país como del resto del mundo. De nuevo, elementos interesantes que provienen de carencias.

Definitivamente, y para siempre, elijo a la Universidad de Buenos Aires y en especial a la FADU.

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