Podría ponerme a pensar en lo azaroso y en las conexiones de la vida; escuchando en vivo en Buenos Aires una banda que desconocía un año atrás y que desde hace unos meses es quizás mi banda del momento. Escuchar y transportarme a las calles y aeropuertos de Asia, donde tanto sonaba en mis auriculares esta banda que por esos días lleno de entusiasmo iba descubriendo y que de pronto vienen a Buenos Aires, en pleno momento de mi fascinación.
Y tocan el tema que más me gusta, y ayer no lo habían tocado. Y se llama en español Síndrome de Estocolmo; y en Estocolmo, Suecia, desde hace unos meses, los mismos aquellos en los que yo andaba por Asia descubriendo esta banda que tanto me gusta, está viviendo un gran amigo de siempre de Buenos Aires, junto a su pareja, a quien le gusta mucho esta banda.
Podría pensar quizás también en términos mas técnicos: los arreglos, la versatilidad en el intercambio de roles e instrumentos entre los tres de la banda, esa poderosa guitarra y esas distorsiones, hasta podría reflexionar horas y horas de lo interesante de sus letras y sonidos.
Pero creo que lo único que vale la pena, lo único que quiero decir es aquello que sentí en aquel instante. Sensación que pese a ser amante de la música solo me habrá sucedido cuatro, cinco veces en mi vida.
Es aquel momento en el que sentí y me dije con la mayor claridad y desde la más pura sinceridad: quizás la música es una de esas dos o tres cosas por las que vale la pena vivir.
Y tocan el tema que más me gusta, y ayer no lo habían tocado. Y se llama en español Síndrome de Estocolmo; y en Estocolmo, Suecia, desde hace unos meses, los mismos aquellos en los que yo andaba por Asia descubriendo esta banda que tanto me gusta, está viviendo un gran amigo de siempre de Buenos Aires, junto a su pareja, a quien le gusta mucho esta banda.
Podría pensar quizás también en términos mas técnicos: los arreglos, la versatilidad en el intercambio de roles e instrumentos entre los tres de la banda, esa poderosa guitarra y esas distorsiones, hasta podría reflexionar horas y horas de lo interesante de sus letras y sonidos.
Pero creo que lo único que vale la pena, lo único que quiero decir es aquello que sentí en aquel instante. Sensación que pese a ser amante de la música solo me habrá sucedido cuatro, cinco veces en mi vida.
Es aquel momento en el que sentí y me dije con la mayor claridad y desde la más pura sinceridad: quizás la música es una de esas dos o tres cosas por las que vale la pena vivir.
http://www.setlist.fm/setlist/yo-la-tengo/2010/la-trastienda-club-buenos-aires-argentina-7bd51af8.html
2 comentarios:
no suelo escuchar una banda después de haber ido al recital pero extrañamente no puedo dejar de escuchar algunas canciones que tocaron ayer...
abrazo pit!
como es que me perdi esa!!! injusticia!!!!
salu!
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