jueves, 28 de octubre de 2010

Nadie es reemplazable, nadie es imprescindible (sobre la muerte de Néstor Kirchner y la participación política)

Que sensación extraña, compartíamos todos, decíamos todos.
Nosotros 25, 27, 28 años, no más que eso, seis, siete personas, auto convocados y sin vacilar: tenemos que ir a la Plaza.
Ninguno de nuestros padres, al menos los de los más cercanos de nosotros, de los que más conozco, ninguno de ellos nos inculcó jamás el valor de la participación, el valor profundo y verdadero de la política como parte esencial de la vida ciudadana.
Y sin embargo allí estábamos nosotros, de algún lado había salido esa necesidad y la sentíamos de igual manera.
Esa certeza, esa seguridad de que había que estar allí, que había que rendir homenaje a alguien que hizo mucho bien por nuestro país pero sobre todo, que había y que habrá que estar allí, hoy y cada vez que se necesite, para apoyar ante todo la Democracia que tanta sangre nos costó, pero también un Modelo de país que está de a poco demostrando a los escépticos como a los críticos sin argumento que es la mejor opción que tiene la Argentina para reconstruirse.

Nada podemos alegar contra nuestros padres, nosotros, jóvenes, ingenuos algunos menos que otros pero ingenuos en fin, sin militancia, con una vida fácil, alejada por completo aunque sea hasta los despertares de nuestra juventud de toda acción política.
Nada podemos alegar contra ellos que son fruto de un proyecto que mucho tiempo duró y cuyo éxito persiste de una manera impresionante.

La hegemonía neoliberal que oficialmente se instala en la Argentina desde 1976 y que oficialmente finaliza –en tanto hegemonía, puesto que el modelo internacional continúa siendo este neoliberalismo asesino-, en el año 2003, con Néstor Kirchner en la presidencia, plantea esencialmente la absolutización del mercado: ya no había un Estado regulador sino que todo pasaba por el flujo del librecambio. Todo era mercancía.
Y para que todo circule libremente, para que todo se mercantilice era condición sine qua non la sistemática destrucción del Estado iniciada por la junta militar y profundizada por el gobierno de Menem. Esta destrucción no hubiera sido posible en una sociedad con conciencia política, una sociedad que se manifestara por sus derechos.
El alejamiento de las personas de las cuestiones políticas es el más grande éxito del neoliberalismo puesto que si no hay nadie que defienda o luche por lo que a todos pertenece, por lo colectivo, si ese debate no existe, si se rifan y se aprueban en el Congreso de la Nación estratégicos recursos y empresas del Estado y nadie dice nada porque tiene dinero en el bolsillo, entonces la tarea es mucho más sencilla. Ya no había que desaparecer personas para seguir desmantelando, privatizando. Sencillamente a nadie le importaba. Fácil.

La enorme pérdida de masa crítica en asuntos de militancia política en el período de la hegemonía del neoliberalismo en el país es irreparable y sin embargo, maravillosamente pareciera querer comenzar a volver a llenarse de contenido en estos últimos años en los que el Estado vuelve a tener, o al menos eso intenta, el papel de regular y distribuir mejor para todos.
Mis padres no fueron a la concentración en la plaza, tampoco los de mis amigos. Cuando ellos tenían la edad que yo tengo o un poco menos, no pudieron hacerlo porque si decían lo que pensaban los desaparecían. Y luego vino Menem y todo el mundo tenía plata: pan para hoy, hambre para mañana. La fiesta menemista y la eterna ineptitud radical dejó un país en llamas, al borde del abismo. Vacío. O Vaciado. Estructuralmente destruído: economía, credibilidad y participación política, una sociedad sumida en la violencia.
Argentina hoy le debe sobre todo a Néstor Kirchner y a toda la muy capaz gente que tiene a su alrededor esta maravillosa reivindicación de la necesidad de participar. La noción de que la Democracia la construímos y la sostenemos entre todos. El espacio esencial del debate político.
Que las heridas abiertas del pasado resurjan y vuelvan a discutirse: cada uno es lo que es, están los mismos de siempre… pero que cada uno pueda expresarse, que las personas necesiten y quieran de nuevo decir que piensan, que se interesen en la política. Que amen o que odien, pero que se interesen y se discuta.

En Argentina se vuelve a discutir un modelo, un proyecto de país. Y no es poca cosa. Fueron casi tres décadas de una dictadura sangrienta en su primera versión, perversa en su fase democrática: los tiempos en los que la gente se autodefinía con orgullo apolítica. “Los radicales son inútiles, los peronistas son mafiosos, yo soy apolítico”. Gran victoria de los que desde afuera –y desde adentro- estuvieron y están siempre al acecho: ¿acaso la política no es el espacio donde se discute lo colectivo, lo que nos hace como sociedad? ¿Cuan cierto es aquello de que se puede vivir sin aquella tan importante pata del hombre ciudadano como es la participación en los asuntos colectivos?

Si la vida transcurre y es entre lo privado y lo colectivo, los años neoliberales exacerbaron lo privado. El individualismo en su máxima expresión. Si tengo un dólar a un peso y puedo viajar a Miami pero están regalando el petróleo que lo hagan tranquilos que si yo y mi familia estamos bien, el resto no tiene importancia.
El círculo cerraba perfecto. Cerraba. Porque bendito sea este país, que ha mostrado a la humanidad toda como es una falacia ilusoria aquella posibilidad de un bienestar personal sin prestar atención a lo colectivo, a lo a todos nos hace. Como decía Perón más o menos, no hay persona que se realice si la comunidad no se realiza.

Yo estaba entonces parado ahí con mis amigos y veía mucha clase media. Familias. Personas que habían concurrido, como nosotros, de manera independiente, sin banderas, sin cantos, sin eslóganes, en medio de cantos advirtiendo al gorilaje lo que les sucederá si se meten con Cristina.
Tremendo país este, tremenda ciudadanía. Que despierta. Y que teme…
Es notable que lo primero que venga a la cabeza de la mayoría de las personas es el miedo a una desestabilización. Clarín a 2 horas del fallecimiento, cuando nadie había salido a decir absolutamente nada, ya hablaba de una potencial incertidumbre política. La Nación ya aventuraba sobre el futuro de Cristina.
Las banderas en la Plaza de Mayo eran en su gran mayoría de apoyo al oficialismo temiendo que las cosas cambien. Las personas, trabajadores comunes, llamaban a las radios contando como habían conseguido trabajo desde la presidencia de Néstor y como se habían lanzado a algún emprendimiento propio y que más o menos les estaba yendo bien, y ahora el temor ante la incertidumbre…

Es que el temor está ahí instaurado: muy sensibles estamos aun a las desestabilizaciones. Aquel nefasto, cancerígeno Poder sigue siendo muy fuerte en este país aunque cada vez menos inteligente: cara rotas, ya no pueden esconder más todo lo que son y lo que pretenden.
Las grandes corporaciones, los grandes terratenientes, la Iglesia, los militares –aunque con muy poco poder afortunadamente ya-, la oligarquía argentina está siempre al acecho, y a través de su gran Poder contemporáneo: los medios de comunicación, estarán ahí intentando desestabilizar, de esto, no hay dudas.

Pero el mensaje de hoy en la Plaza fue claro y fuerte: ésta ciudadanía argentina ya no es la misma. La gente sabe ya quien es quien y sabe qué tipo de gobierno quiere. De ahí la importancia de esta manifestación.

El pueblo argentino está una vez más a prueba.
Como en un texto de Saramago, ante una situación límite se verá transparentemente quien es quien; la ciudadanía demostrara su naturaleza: que hoy fue: estamos por la Democracia y por este modelo de país. Habrá que estar atentos a los desarrollos de estos días, semanas, meses.

La cancelación de la deuda con el FMI quitando aquel gigante organismo de dominación imperialista del centro de las decisiones económicas de nuestro país, las políticas de redistribución que de esta desvinculación pudieron resultar (el FMI siendo acreedor interviene las economías de los países diciendo donde recortar, como direccionar recursos, etc.), son méritos que pertenecen a este gobierno y que por fin los argentinos deberían empezar a poder ver y al menos discutir con argumentos.
Las políticas de Derechos Humanos desde los juicios a los militares hasta el casamiento gay, la ley de democratización de los servicios de comunicación paradigmática para el mundo entero, la asignación universal por hijo, la democratización del acceso a la información, la recuperación de la industria y el incentivo a la pequeña y mediana empresa, la nacionalización de las estafas de las AFJP, la importancia otorgada en la necesidad de construir un sólido bloque sudamericano son ni más ni menos que acciones de refundación de un Estado vaciado, destruído por el neoliberalismo.

Néstor Kirchner quedará en la historia de este país como el primer presidente post neoliberalismo con todo lo que esto significa: el fin de las tres décadas de mayor destrucción en la historia de este país y la refundación del mismo según los valores de una sociedad más justa y equitativa, ubicando al Estado en el rol que a todos menos a ese puñado que son dueños de casi todo necesitamos.

Bienvenido sea el debate político enriquecedor y hacedor de una sociedad más justa y equitativa para todos.
Esto se lo debemos en enorme parte a Néstor Kirchner.
Por ello quiero manifestar mi dolor y respeto hacia el mejor gobierno que este país ha tenido desde la vuelta de la democracia y que se encuentra por sus profundísimos logros ya mencionados entre los quizás tres más importantes gobiernos de la historia de nuestra Nación.

Mi compromiso cada día más fuerte con la construcción de este modelo de país.
Mi compromiso cada día más fuerte y hasta las últimas consecuencias con la construcción de la Democracia.

Gracias
¡Viva la Patria!

4 comentarios:

Pepito dijo...

Hoy quedará por siempre en nuestra memoria. Fue poco lo que hicimos, la acción en sí no duró mucho, ni la planificación tan solo un par de llamados telefónicos, sólo lo sentimos y fuimos. Eso es lo que rescato de esta experiencia, lo que sentimos por dentro al ir a manifestarnos a favor de lo que creemos, sentimos y buscamos.

Para todos la luz. Para todos, todo!

Abrazo!

Anónimo dijo...

lindas palabras pit. dolor inmenso en estos días, el legado más importante de este superhombre es una sociedad a la altura de las circunstancias. vamos a salir adelante y yo pienso, creo, fervientemente creo, más allá de las diferencias que cada uno de nosotros pueda tener con este gobierno, con esta construcción, la crítica debe ser hecha desde adentro. hablemos de nuestras diferencias, hay que ponerlas sobre la mesa para construir... muchos intentan polarizar e intentan captar a aquellos que no estamos totalmente de acuerdo con este movimiento, así queriendo lograr que estos voten por más de aquella vieja clase política vacía, sin ideas, porque nunca nadie les exigió en la tele, en los diarios que expongan sus ideas. este modelo en cambio manifiesta su forma de pensar todos los días, a cada momento, minuto a minuto se para y dice quien es y se pone aprueba. quienes son los otros? tan solo críticos marionetas de otros?

es por eso que creo que la crítica debe ser desde adentro, construyamos un país donde el próximo gobierno pueda ser aun mejor que este.

fuerte abrazo. deiv.

E dijo...

Gracias chicos, coincido tanto en todo lo que dicen...
no por nada compartimos aquella iniciativa de ir a la plaza...
no por nada compartimos este dolor y desolación...
no por nada compartimos la certeza de que el cambio continúua y sobre todo,
no por nada compartimos la certeza de que el cambio ahora está, mas que nunca, como nunca, en nosotros.
Que nosotros somos el cambio y nosotros lo hacemos y lo sostenemos.
Los quiero mucho y les dejo estas palabras de Aliverti ayer en Página, perfecta para esta sensación:
En momentos como éstos, lo que justamente hace falta es juntarse más que nunca con la gente que piensa y dice y pregona como uno.
¡VIVA LA PATRIA!

danyallende dijo...

muy bueno lo que escribiste, me senti muy identificado, yo nunca milite, pero fui a la plaza y senti eso, el apoyo del pueblo a la presidente, el adios a Kichner y las ganas de todos de que sigamos con este modelo, que lo vampos a defender entre todos.

besos