sábado, 16 de octubre de 2010

Música

Hermosa libertad.
Cuando la decisión es un hecho y por fin le da play a aquel disco.
Aquel disco era la medida de su universo. Ni mas ni menos.
Así lo sentía.
Un disco era mucho mas que todo. Un solo disco tenía el poder único de ponerlo de frente consigo mismo; con la profundidad, con las tinieblas del fondo de su ser.
Aquel disco no podía escucharlo cualquier día o mas bien si podía; el asunto era estar dispuesto a los efectos que escucharlo tendrían sobre él. Si eran de aquellos días en los que la angustia predomina, ponía el disco pero sabiendo que aquel sentimiento se profundizaría sin conocer de que manera, hasta cuando y donde.
Sentía que los momentos de angustia son para ser gozados, pues no hay más profundo goce en el hombre que el placer de la melancolía. El hombre puede ser feliz pero la felicidad no es la sencilla suma de los momentos del goce de la alegría sino que la felicidad es comprender lo efímero de aquellos momentos y emocionarse de ellos, sabiendo que nunca un sentimiento del hombre puede ser más profundo que la melancolía pues es esa la esencia del alma.

Y aquel disco le permitía conectar con aquella esencia, aquel abismo que habita tan dentro nuestro. Conectar. Llegar de alguna manera, solo intentos, inconscientes estímulos, pensaba.
El disco era parámetro de su universo en la medida de que cada vez que lo escuchaba se sumergía en aquel sentimiento profundamente único e incomparable, y según su estado aquella conexión se tornaba mas o menos tolerable.
Menos tolerable cuanto más profunda. Mas tolerable cuanto menos.
Cuando más profunda era, nada mas que aquella melancolía importaba en su vida.
Cuando menos, reinaba aquella tan única, hermosa sensación del hombre o del superhombre: el yo puedo. El puedo tolerar un viaje a mis abismos, y no salir inmune pero al menos seguir con mi rutina, la melancolía no totaliza mi quehacer.

Así, existencial, así es que una vez más quiso escuchar el tema número 6 de aquel disco no sin antes preguntarse, una vez más, que sería de su vida, que seria del hombre sin la música.
Things behind the sun comenzó a tomar fuerza a los 5, 6 segundos de estar sonando y cuando las primeras hondas palabras de aquella conmovedora como profunda voz aparecieron, su piel se erizo, y simplemente pensó: que lindos son los momentos en los que yo puedo.

1 comentario:

Ele M dijo...

Gracias Eze. Precioso el texto, Nick Drake, Things behind the Sun.. y nuestro "yo puedo"