miércoles, 24 de junio de 2009

El fin de la pasión

Como empiezo?
Bien.
No sé bien de que quiero hablar. Solo sé que quiero disfrutar de este espacio que cada tanto me genero, aprovechando uno de esos pocos momentos de estar tranquilo en casa durante la semana. Su calidad de decantador de ideas y pensamientos, hace que funcione como un desahogo espiritual, en cuanto a ciertas cosas que me pasan.
En cierto sentido, esto no será más que un revuelto de gramajo del mundo de mis ideas: restos de mis pensamientos del día, cosas que vienen dando vuelta en mi cabeza últimamente, y de trasfondo nada menos que mi esencia: mis principios, mis inquietudes, mis ideas: mis pasiones.
El fin de la pasión es que lo oculto se vea.
Esta idea de Gustavo Cerati me sirve para comenzar a estructurar una serie de esbozos acerca de lo que creo es y significa la pasión.
Pero quiero decir que estoy sintiendo en este preciso momento: una extraña mezcla de calentura (en el sentido libidinal) con una angustia proveniente de los procesos represivos de nuestro cerebro. Y es que definitivamente, pienso que si el filtro de nuestra racionalidad no existiese, mi día, mi devenir, mi vida, serían muy distintas. En este preciso momento, estaría experimentando otras sensaciones diferentes, enfrentando otro tipo de problemas.
Pero vivimos en sociedad, necesitamos vivir en sociedad, el humano necesita de otro humano para Ser. Y es bajo esta noción que entiendo la necesidad de represión de nuestro cerebro. Naturalmente, no podríamos vivir si cada persona hiciese lo que quisiera. Más aun, si para este hacer lo que quiera, es necesaria la participación involuntaria del otro.
Pero cuan profunda es la represión: cuan profundo es el deseo!
Pienso que son directamente proporcionales: a mayor deseo mayor es la necesidad de represión.
Podemos pensar a la represión en sí misma como un mecanismo de negación, una barrera, un filtro voluntario, en cuanto somos conscientes de ello. Ahora bien, esta barrera produce frustración: creo que la felicidad absoluta, la plenitud del alma, está compuesta de una sensación de serenidad suprema, y a su vez esta serenidad está dada por la capacidad de satisfacer los deseos, las necesidades esenciales de cada uno, y esto, naturalmente, viene desde nuestra profundidad, desde el fondo de nuestro Ser.
Pero encuentro aquí una contradicción –una mas- en el Ser humano, Ser contradictorio si los hay: mas ahondando en el par dialectico que conforman hombre y sociedad, podemos decir que por un lado necesitamos la sociedad para Ser, pero al mismo tiempo, es esta vida en sociedad la que nos genera las insatisfacciones, provenientes de esa necesidad represiva de nuestro organismo.
Vuelvo a plantear entonces mi idea de felicidad, pero como debe serlo:
La felicidad absoluta, la plenitud del alma, estaría compuesta de una sensación de serenidad suprema, y a su vez esta serenidad estaría dada por la capacidad de satisfacer los deseos, las necesidades esenciales de cada uno, y esto, naturalmente, viene desde nuestra profundidad, desde el fondo de nuestro Ser.
El condicional indica que este enunciado es incompleto y que sin considerar esta contradicción de la que hablaba en cuanto al hombre, la sociedad y las represiones, no podría hablarse bajo mi punto de vista de plenitud, felicidad, o cualquier sensación inherente al Ser humano, ya que se lo estaría interpretando en una forma parcial y acotada.
Pero esto no significa que estos enunciados sean falaces: creo en ellos, solo que habría que complementarlos de la siguiente manera:
La felicidad absoluta, la plenitud del alma, estaría compuesta de una sensación de serenidad suprema, y a su vez esta serenidad estaría dada por la capacidad de satisfacer los deseos, las necesidades esenciales de cada uno, y esto, naturalmente, viene desde nuestra profundidad, desde el fondo de nuestro Ser. Pero siendo el hombre un ser represivo por su condición de vida social, para encontrar ese sentido puro de felicidad que se contamina con el tan impuro acto de represión, necesita de aquella palabra que tanto nos moviliza: la pasión.
Cuando Cerati dice que el fin de la pasión es que lo oculto se vea, o en palabras de Paul Klee: el arte no reproduce lo visible sino que lo vuelve visible, están hablando del proceso que Freud haya explicado como sublimación.
Básicamente, Freud dice que todo lo reprimido es inconsciente, pero no todo lo inconsciente es reprimido. Lo inconsciente que no se reprime, sublima; en otras palabras, se hace visible, real. El artista lo simboliza, el músico lo compone, yo en este momento escribo. Escribo porque hoy, como todos los días de mi vida y como le pasa a todas las personas, en unos días mas que en otros, he reprimido una importante cantidad de deseos, de distinto tipo: laborales, de reivindicación ante actos de injusticia, de viajes, sexuales.

Si no pudiéramos expresarnos de algún modo y reprimiéramos todo nuestro deseo, explotaríamos, moriríamos.
La intensidad en el sentir, en el desear, es semejante a la intensidad en el reprimir. La intensidad en el gozar de la felicidad, es igual a la intensidad en el sufrimiento. De esto se desprende que lógicamente, las personas que desean mucho, reprimen mucho, las que gozan mucho, sufren mucho.
Y aquí encuentro dos tipologías diferentes de personas: aquellas cuya existencia es, si se quiere, mas lineal: gozan, sufren, desean, reprimen, pero dentro de ciertos márgenes que impiden por su naturalidad se acerquen a los extremos.
El otro tipo de personas, las que yo llamaría las apasionadas, son aquellas que desean mucho y por ello es que su pasión se hace tan evidente: deben reprimir mucho para ser felices, de algún modo viven de su pasión. El desafío de la vida de estas personas, muy sensibles en su mayoría, es ir encontrando equilibrios en los estados emocionales: saben que pueden gozar profundamente, y temen, porque son muy conscientes de que con la misma intensidad con la que disfrutan, es con la que sufren.
Bien.
Me siento más relajado: quizás todo este desarrollo de tanto esfuerzo en cuanto es nada mas que un intento de interpretar y racionalizar para poner en palabras sensaciones que me pasan, no tiene tanto sentido: bajo otro punto de vista se podría pensar como un proceso automático: llego angustiado, escribo o dibujo y eso me calma.
Pero mas allá de eso creo por un lado que es divertido e interesante profundizar en estas cosas que nos pasan, para entendernos cada día un poquito más. Y por otro lado, haya escrito lo que sea, este espacio nuevamente cumplió su función.
Igualmente, creo por sobre todo en la sabiduría de nuestro cuerpo: creo en la masturbación.
Gracias si es que alguien leyó esto y gracias por disculpar el contenido confuso de estas ideas,
Y disculpas porque nuevamente sostengo: no escribo para nadie más que para mí.

EP

1 comentario:

Anónimo dijo...

El texto de hoy roza lo sadomasoquista... jajaja!
Traduciéndolo a mis pensamientos, creo que hablás del equilibrio...
Por razones cósmicas (jajaj), creo que tendemos a neutralizarnos... osea buscamos nuestro 0.
Hay gente que va del 5 al -5.
Otras del 20 al -20.
Nosotros mi querido... vamos del 5000 al -5000 (me quedo corta no?)

Por eso te quiero tanto...!