sábado, 20 de noviembre de 2010

Estoy enamorado

El primer acercamiento fue hace ya casi dos años, en los remotos paisajes de la fría y asiática Turquía. Nos había presentado un amigo, una gran persona, muy interesante, con una mirada muy propia como singular de la vida.
Debo decir que no fue una fascinación directa, no fue un flechazo. Simplemente me sentía atraído.
Solo un poco al principio: me caía simpático, entretenido, algo más. No mas que eso. Estaba bien, digamos.
En el transcurso de esos días, ahora en la Turquía europea, aun con mucho frio, mi amigo, aquel con una mirada singular de la vida, seguía acercándonos, presentándonos. El quería que yo conozca, que me anime, que descubra.
Así fue como de a poco mi interés empezó a crecer. Ya no bastaba con un encuentro cada tanto sino que comenzaba a necesitar de algún contacto con mayor frecuencia.
No me daba cuenta, me estaba enamorando. No me daba cuenta, claro, jamás lo había sentido.

El tiempo fue pasando y ya en mi Buenos Aires, también la Buenos Aires de mi amigo, la relación fue haciéndose cada vez más intensa: cada día mas lo necesitaba, cada día mejor me hacía.
Siempre a mi tiempo, inclusive cuando aparecían cosas nuevas que yo desconocía, sucedía que me costaba recibirlo de una, familiarizarme, aceptarlo.
Mágicamente, aquello que más me costó aceptar terminó siendo quizás lo que ahora más me fascina de todo.

Pero esta historia de amor, lejos de tener un final, recién comienza.
Y comienza como tal, como historia de amor, desde ayer, 19 de noviembre de 2010.
Comienza como tal porque fue ayer que me di cuenta que por primera vez en mi vida estoy enamorado.
Que por primera vez en mi vida estoy enamorado de una banda; que lo que sentí ayer viviendo a Phoenix no tiene otro nombre que amor.
Lo goce profundamente; eufórico, contemplativo, loco, apasionado, anonadado: si, no podía creer estar sintiéndome así.
Increíblemente, al comenzar, me sentía como una de esas chiquillas que ven a Chayanne y se agarran la cara y no pueden creer lo que están viviendo. Así, como nunca me había pasado, así me sentí ayer.

Rockeros en una buena medida; dulces, bastante; melancólicos a veces; seductores, constantemente; talentosos, en la medida justa; carismáticos, a su manera.

Si será muy difícil volver a sentir algo parecido a aquel clímax que sentí en el recital de Radiohead en Buenos Aires en 2009, el gusto que me queda de ayer, mas allá de que quiero muchísimo mas, es esto que intento descifrar: este enamoramiento, este cosquilleo en el pecho, esa nostalgia inmediata, que surgió apenas se bajaron del escenario y que durara mucho tiempo, hasta que los viva de nuevo.
De esta manera y mas allá de las tremendas experiencias que afortunadamente he tenido en recitales, Phoenix comparte desde ayer junto a Radiohead el altar de los conciertos que mas disfrute en mi vida.

Alegría plena, sonrisa de oreja a oreja, agradecimiento por ser tan lindos, por hacerme sentir tan lindo, nada mas –y nada menos- que haciendo su arte, nada mas –y nada menos- que tocando música. Buena música. No más que eso, quizás.
No más que eso, quizás: y es que no sé si esto trascenderá, no sé si es brillante, revolucionario, profundo, distinto, mas bien me arriesgo a decir que creo que no…
Pero me hizo y me hace feliz, muy feliz, y es lo único que me importa. No es eso estar enamorado?

A mi amigo con esa visión tan particular, las infinitas gracias por habernos presentado.
A Phoenix, ya está todo dicho, no sé cuanto hay que agradecer en particular, tan solo que existan, que sigan haciendo música, y que hayan venido a Buenos Aires.

Que viva la música por siempre! Que viva el amor!


1 comentario:

danyallende dijo...

que lindo, cuanto amor :)