En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los diecisiete días del mes de diciembre del año 2010… comenzó la jueza con la ceremonia y mis ojos se llenaron de lágrimas instantáneamente.
Registro Civil central; calle Uruguay entre Córdoba y Viamonte, pleno microcentro porteño; calor agobiante y un sol espléndido: un perfecto día de verano en nuestra Buenos Aires que hoy era testigo y reunión: Bariloche, China, Escocia, todos juntos aquí, hoy. Y no es poca cosa.
Las puertas se cierran y radiante la bandera argentina junto a la de esta ciudad son el telón de fondo de este momento único en sus vidas, único también en la mía.
Es magnífico cómo un simple momento, unos pocos segundos pueden condensar tanta vida: tanto tiempo, tanta ida y vuelta, tanta duda, tanto miedo, tanto dolor profundo, tanta alegría, tanta plenitud, tanto amor verdadero.
Es un momento único en sus vidas no solo porque se casan sino porque probablemente no habrán podido imaginar nunca antes que esto podía llegar a suceder aquí, de esta forma.
Que el país donde nacieron, el país que debieron dejar para poder desarrollar sus vidas en paz y libertad como todo ser humano necesita, el país que con sus leyes las expulsaba porque las hacia diferentes, el país que debieron abandonar simplemente porque se amaban y querían construir una vida juntas, hoy las reconoce como iguales, reconoce su legítimo derecho a contraer matrimonio y aquí hoy nos convoca a todos nosotros.
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Tengo una hermana que vive en Escocia, me contó una vez.
Tengo una hermana que vive en Escocia con su mujer, me contó al tiempo.
Soy homosexual, le conté exactamente un año mas tarde. Y lo hice porque sabía de su hermana.
¿Tu hermana no vive en Glasgow?, le pregunte un par de años mas adelante y así fue que nos conocimos personalmente, aunque ya sabíamos unos de los otros.
Y como rayos que atravesaban mi cerebro de lado a lado con una intensidad inconmensurable estos momentos venían y se iban.
Y yo pensaba y sentía. Era llevado por ellos.
Las empanadas con vino en el frío de Escocia y de pronto mirarlas ahí paraditas a las dos, diciendo que sí.
Aquel encuentro con pasta y siempre vino de por medio en mi casa; llenos de esperanzas, tensión y cuestionamientos: ¿y vos por qué no te comprometés, por qué no vas a las marchas? Y yo que les decía que aún no me sentía con esa fuerza.
Y un año mas tarde fui a la marcha, aquella tan importante. Aquella previa a la votación en el Senado de esta ley que hoy hace que estén aquí casándose, aquella marcha en la que Ustedes morían por estar.
Y aquel día fui junto a su otra hermana, allí al Congreso de la Nación, y les escribí diciéndoles cuánto tenían que ver en que yo estuviese ahí.
En cuánto admiraba sus convicciones, de mi admiración a su compromiso, de mi respeto profundo como a pocas cosas tanto respeto tengo por lo que construyeron solas, contra el mundo, contra lo más cercano y necesario.
Solas, Honrando, así con mayúsculas, Honrando aquello único que nos hace vivir: el Amor, también así con mayúsculas.
Y quien honra el Amor honra la Vida porque la Vida es Amor y porque la Vida es invivible sin Amor, entonces la Vida es Amor y ustedes hoy, una vez más y esta vez ante su país entero que las reconoce, lo han hecho.
No es que lo merezcan mas que nadie.
Simplemente les corresponde, porque es un derecho, y qué hermoso poder decirlo en estos términos.
Ustedes no se merecen casarse mas que cualquier otra persona, se lo merecen como cualquier otra persona.
Lo magnifico, lo mágico, lo maravilloso, conmovedor, es poder hoy decirlo con esta naturalidad.
Ustedes con su historia construyeron esa naturalidad.
De aquí en mas, para las próximas generaciones que todo esto les viene servido en bandeja, ustedes habrán sido y no tengo miedo de exagerar aquí, héroes.
Héroes porque se bancaron y siguen bancando las gigantes, profundísimas, dolorosísimas dificultades que aun en estos tiempos todo esto conlleva.
Y lo hicieron y lo hacen con altura. Con convicción. Porque saben qué quieren. Saben hacia dónde van. Se la juegan y construyen consciencia en todas las personas que conocen.
Pensaba hoy en el registro civil también y sobre todo, en qué enorme medida todo esto ejemplifica con tanta claridad como son los procesos sociales, en cómo funciona el hombre en sociedad, ni mas ni menos.
Acertadísimas palabras aquellas de la auspiciante: Nadie más que Ustedes dos saben qué significa estar aquí hoy paradas. Nadie más. Ni los hermanos, ni los cuñados, ni los mas amigos, ni los padres, ni el mas brillante sociólogo, psicólogo, letrado, quien sea; heterosexual u homosexual, varón o mujer, judío o católico, argentino o escocés, nadie mas que Ustedes dos allí paradas saben lo que significa esto.
Conmovido y con un profundo respeto y admiración,
Y diciéndoles algo que a muy pocas de todas las increíbles personas que conozco he dicho: son un ejemplo a seguir para mí,
Les deseo muchas felicidades y que puedan seguir construyendo con el mismo amor que hasta aquí las trajo todo lo que sueñan.
Estamos juntos.
Registro Civil central; calle Uruguay entre Córdoba y Viamonte, pleno microcentro porteño; calor agobiante y un sol espléndido: un perfecto día de verano en nuestra Buenos Aires que hoy era testigo y reunión: Bariloche, China, Escocia, todos juntos aquí, hoy. Y no es poca cosa.
Las puertas se cierran y radiante la bandera argentina junto a la de esta ciudad son el telón de fondo de este momento único en sus vidas, único también en la mía.
Es magnífico cómo un simple momento, unos pocos segundos pueden condensar tanta vida: tanto tiempo, tanta ida y vuelta, tanta duda, tanto miedo, tanto dolor profundo, tanta alegría, tanta plenitud, tanto amor verdadero.
Es un momento único en sus vidas no solo porque se casan sino porque probablemente no habrán podido imaginar nunca antes que esto podía llegar a suceder aquí, de esta forma.
Que el país donde nacieron, el país que debieron dejar para poder desarrollar sus vidas en paz y libertad como todo ser humano necesita, el país que con sus leyes las expulsaba porque las hacia diferentes, el país que debieron abandonar simplemente porque se amaban y querían construir una vida juntas, hoy las reconoce como iguales, reconoce su legítimo derecho a contraer matrimonio y aquí hoy nos convoca a todos nosotros.
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Tengo una hermana que vive en Escocia, me contó una vez.
Tengo una hermana que vive en Escocia con su mujer, me contó al tiempo.
Soy homosexual, le conté exactamente un año mas tarde. Y lo hice porque sabía de su hermana.
¿Tu hermana no vive en Glasgow?, le pregunte un par de años mas adelante y así fue que nos conocimos personalmente, aunque ya sabíamos unos de los otros.
Y como rayos que atravesaban mi cerebro de lado a lado con una intensidad inconmensurable estos momentos venían y se iban.
Y yo pensaba y sentía. Era llevado por ellos.
Las empanadas con vino en el frío de Escocia y de pronto mirarlas ahí paraditas a las dos, diciendo que sí.
Aquel encuentro con pasta y siempre vino de por medio en mi casa; llenos de esperanzas, tensión y cuestionamientos: ¿y vos por qué no te comprometés, por qué no vas a las marchas? Y yo que les decía que aún no me sentía con esa fuerza.
Y un año mas tarde fui a la marcha, aquella tan importante. Aquella previa a la votación en el Senado de esta ley que hoy hace que estén aquí casándose, aquella marcha en la que Ustedes morían por estar.
Y aquel día fui junto a su otra hermana, allí al Congreso de la Nación, y les escribí diciéndoles cuánto tenían que ver en que yo estuviese ahí.
En cuánto admiraba sus convicciones, de mi admiración a su compromiso, de mi respeto profundo como a pocas cosas tanto respeto tengo por lo que construyeron solas, contra el mundo, contra lo más cercano y necesario.
Solas, Honrando, así con mayúsculas, Honrando aquello único que nos hace vivir: el Amor, también así con mayúsculas.
Y quien honra el Amor honra la Vida porque la Vida es Amor y porque la Vida es invivible sin Amor, entonces la Vida es Amor y ustedes hoy, una vez más y esta vez ante su país entero que las reconoce, lo han hecho.
No es que lo merezcan mas que nadie.
Simplemente les corresponde, porque es un derecho, y qué hermoso poder decirlo en estos términos.
Ustedes no se merecen casarse mas que cualquier otra persona, se lo merecen como cualquier otra persona.
Lo magnifico, lo mágico, lo maravilloso, conmovedor, es poder hoy decirlo con esta naturalidad.
Ustedes con su historia construyeron esa naturalidad.
De aquí en mas, para las próximas generaciones que todo esto les viene servido en bandeja, ustedes habrán sido y no tengo miedo de exagerar aquí, héroes.
Héroes porque se bancaron y siguen bancando las gigantes, profundísimas, dolorosísimas dificultades que aun en estos tiempos todo esto conlleva.
Y lo hicieron y lo hacen con altura. Con convicción. Porque saben qué quieren. Saben hacia dónde van. Se la juegan y construyen consciencia en todas las personas que conocen.
Pensaba hoy en el registro civil también y sobre todo, en qué enorme medida todo esto ejemplifica con tanta claridad como son los procesos sociales, en cómo funciona el hombre en sociedad, ni mas ni menos.
Acertadísimas palabras aquellas de la auspiciante: Nadie más que Ustedes dos saben qué significa estar aquí hoy paradas. Nadie más. Ni los hermanos, ni los cuñados, ni los mas amigos, ni los padres, ni el mas brillante sociólogo, psicólogo, letrado, quien sea; heterosexual u homosexual, varón o mujer, judío o católico, argentino o escocés, nadie mas que Ustedes dos allí paradas saben lo que significa esto.
Conmovido y con un profundo respeto y admiración,
Y diciéndoles algo que a muy pocas de todas las increíbles personas que conozco he dicho: son un ejemplo a seguir para mí,
Les deseo muchas felicidades y que puedan seguir construyendo con el mismo amor que hasta aquí las trajo todo lo que sueñan.
Estamos juntos.
2 comentarios:
que lindas palabraaaaaaaaaaas!
La primera vez me hiciste llorizquear... hoy fueron lágrimas de las gordas... las que están apunto de explotar de sentimientos, esta vez de alegría.
Te quiero, y ya sabés cuánto!
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