En sueños no existe este momento privilegiado, excepcional, este momento uno, destacado de los demás, en que nos preguntamos o decidimos por nosotros mismos hacer algo, este momento de actividad pura que son el pensar, el querer. Todo sucede como si desde el primer instante el sueño estuviese ya hecho, fuese una historia que hubiese ya ocurrido y a la cual no podemos añadir nada ni quitar nada. En suma: en sueños no existe el tiempo; mientras soñamos no tenemos tiempo. Al despertar nos devuelven el tiempo.
Aquello pues, de lo que estamos privados durante el sueño es el tiempo, lo cual sucede independientemente, quizá, de que el sueño sea o no instantáneo, pues este tiempo puede prolongarse en el tiempo, en un tiempo mensurable. Y aunque el sueño transcurra en un instante, esto no podría determinar el que no tengamos tiempo en el. Lo que determina este hecho es que estamos siempre suspendidos en el uso del tiempo, de que estamos en el, inmersos, mas sin poderlo usar; de que asistimos propiamente a un tiempo sin dueño. Y esto da por consecuencia la no aparición del instante, de ese instante único, privilegiado; el instante nuestro, en el que nos extrañamos y nos preguntamos, el instante vacio de acontecimiento. El uso del tiempo, el tiempo propiamente humano, nace de un vacio, de un poro en el transcurrir temporal. Pues en el sueño hay un transcurrir: acontecimientos que se siguen, imágenes que se desvanecen y otras que surgen, mas no hay este instante vacio que es lo que hace que propiamente pase algo. Cuando decimos en la vigilia “esto me ha pasado” es que ha habido un vacio y que después en el algo ha sucedido, y después otro vacio, que es lo que determina su paso al pasado. Es la conciencia la que arroja al pasado los acontecimientos de nuestra vida. De no ser así, todo lo que nos ha sucedido seria coetáneo, estaría ahí pesando sobre nosotros. Sueño feliz o desgraciado –seria igual-, la vida sería una pesadilla.
Aquello pues, de lo que estamos privados durante el sueño es el tiempo, lo cual sucede independientemente, quizá, de que el sueño sea o no instantáneo, pues este tiempo puede prolongarse en el tiempo, en un tiempo mensurable. Y aunque el sueño transcurra en un instante, esto no podría determinar el que no tengamos tiempo en el. Lo que determina este hecho es que estamos siempre suspendidos en el uso del tiempo, de que estamos en el, inmersos, mas sin poderlo usar; de que asistimos propiamente a un tiempo sin dueño. Y esto da por consecuencia la no aparición del instante, de ese instante único, privilegiado; el instante nuestro, en el que nos extrañamos y nos preguntamos, el instante vacio de acontecimiento. El uso del tiempo, el tiempo propiamente humano, nace de un vacio, de un poro en el transcurrir temporal. Pues en el sueño hay un transcurrir: acontecimientos que se siguen, imágenes que se desvanecen y otras que surgen, mas no hay este instante vacio que es lo que hace que propiamente pase algo. Cuando decimos en la vigilia “esto me ha pasado” es que ha habido un vacio y que después en el algo ha sucedido, y después otro vacio, que es lo que determina su paso al pasado. Es la conciencia la que arroja al pasado los acontecimientos de nuestra vida. De no ser así, todo lo que nos ha sucedido seria coetáneo, estaría ahí pesando sobre nosotros. Sueño feliz o desgraciado –seria igual-, la vida sería una pesadilla.
La estructura del tiempo en el sueño es, pues, sin poros, un tiempo compacto donde no podemos entrar. Así, en cierto modo, somos externos a los que nos sucede; la conciencia no entra, sino que, separada, asiste.
La conciencia es el espectador de aquello que está sucediendo, aunque sea la explicación de un deseo.
…
El hecho de que en sueños acontezcan movimientos no desmiente lo dicho. Por el contrario, aparece así la condición del movimiento que en sueños se efectúa, un movimiento por así decir “puro”, sin tiempo y sin espacio: de la cosa misma, el movimiento propio de una psique primaria, que no está abierta a trato con la realidad, de la psique cerrada al espacio y al tiempo, revelándose en pura acción sin condicionamiento alguno, libre y automáticamente a la vez.
Entendemos por vacio: donde no hay ni peso ni resistencia (distancia que recorrer).
Espacio: donde hay una resistencia para los cuerpos y para el movimiento. Una distancia a recorrer.
Entendemos por vacio: donde no hay ni peso ni resistencia (distancia que recorrer).
Espacio: donde hay una resistencia para los cuerpos y para el movimiento. Una distancia a recorrer.
Entonces, que carácter tienen los movimientos efectuados en sueños? O los que en sueños suceden? No el de hacerse, sino de ser-movimiento, de desplegarse en un movimiento aparente, en un movimiento-quietud, sustancia, por así decir. El movimiento es un estado, o mas bien, el ser puro del movimiento; no algo que conquiste el sujeto al moverse en un espacio-tiempo.
"El sueño y el tiempo" - en El sueño creador (1965) - Maria Zambrano.
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