martes, 29 de junio de 2010

Porque todos somos IGUALES


Para que no existan mas Ciudadanos de Primera y Ciudadanos de Segunda...

Por la Ley de Igualdad que seguramente sera realidad este proximo 14 de julio, y que si no lo es este año lo sera el proximo o el otro... es una cuestion de tiempo.

Y para los retrogrados, reaccionarios fascistas de siempre;
Y lleno de paz, contrario al rencor que a ustedes los gobierna; en cuanto es tan hermoso estar del lado del progreso... es tan hermosa la certeza de que las cosas cambiaran para mejor...
Y a pesar de que no vemos nosotros esto como una lucha, que no pretendemos enfrentar a nadie... ponen ustedes este debate en terminos de una lucha... donde resultaran vencidos.

Por un Estado Laico, un Estado por fin separado de la Iglesia, con leyes acordes a los tiempos que vivimos y las necesidades que de ellos la sociedad emana.


Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos.
Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.

El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás.

Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos.

Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos.

Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas.
También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la Iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por “el qué dirán” o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas.

Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma no es más que una manera un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.

Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente sobre el que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: también estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo “¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!”.

Veo ese tipo de críticas y respondo: si bien es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.

Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.
Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.

sábado, 19 de junio de 2010

miércoles, 9 de junio de 2010

La gente que me gusta

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.

Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.

Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.

A estos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.

Me gusta la gente que con su energía, contagia.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.

Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

La gente que lucha contra adversidades.

Me gusta la gente que busca soluciones.

Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.

Me gusta la gente que tiene personalidad.

Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.

La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.
Mario Benedetti

martes, 8 de junio de 2010

Homosexualidad - POR LA LEY DE IGUALDAD

Ya en los tiempos de la conquista, estaba claro que los indios estaban condenados a la servidumbre en esta vida y al infierno en la otra. Sobraban evidencias del reinado de Satán en América. Entre las pruebas mas irrefutables, estaba el hecho de que la homosexualidad se practicaba libremente en las costas del mar Caribe y en otras regiones. Desde 1446, por orden del rey Alfonso, los homosexuales de Portugal marchaban a la hoguera…
En 1497, también Isabel y Fernando, los reyes Católicos de España, mandaron que fueran quemados vivos los culpables del
nefando pecado de la sodomía, que hasta entonces morían a pedradas o colgados de la horca.
Los guerreros que conquistaron América realizaron algunos aportes dignos de consideración a la tecnología de las muertes ejemplares. En 1513, dos días antes de eso que llaman descubrimiento del océano Pacifico, el Capitán Vasco Núñez de Balboa
aparreo a cincuenta indios que ofendían a Dios practicando el abominable pecado contra natura. En lugar de quemarlos vivos, los arrojo a los perros especializados en la devoración de carne humana.
Eduardo Galeano, Patas arriba - la escuela del mundo al revés.

21.59

Tiempos de introspección y reflexión profunda; tiempos de cambios esenciales…

Donde decantan cosas… donde las variables solitas van acomodándose. Tiempos en los que me encuentro absolutamente atravesado por algo que no se que es, pero que reconozco es lo mejor que puede estar pasándome. Incomodidad evidente: aquella que viene de la confusión, aquella que cosquillea y no deja ver las cosas con claridad. Siempre nos sentimos mas cómodos si no estamos en crisis, pero cuan lindo es poder dejarse llevar por aquellas… aquellas pocas, aquellas dos, tres, cuatro serán, en toda la vida… aquellas donde crecemos de golpe, aquellas de los grandes pasos.
Extraño, no se me da por escribir. Ni dibujar. Ni pintar. Cuesta crear. Cuesta trabajar. Tiempos de nada pura –o aunque sea de ganas de nada pura-. Compromiso, sin embargo: quiero registrar lo que me sucede, aquí este esfuerzo.
Tiempos de mucha música. Tiempos de Baricco. Tiempos de viajar.
Tiempos de amigos… la palabra más hermosa de nuestro idioma, cada día menos puedo explicar lo que siento. Cada día más nos parecemos, cada día mas nos pasa lo mismo, cada día más nos entendemos, cada día más profundos somos. Juntos. Crecemos juntos, nos necesitamos juntos. Hermosa sensación. Incomparable.
Tiempos de acercamientos. De encarar las cosas con otra madurez. Tiempos de hartazgo, de cansancio… de renovación. De ser mejor.
De esperar lo que tenga que venir con una serenidad diferente. De disfrutar esperar…

Tiempo es mi tiempo y no el tuyo,
Hoy.
Tiempo son mis años y encontrarse,
Dificil.
Tiempo en que somos distintos,
Yo.
Tiempo de aclarar mis intenciones,
Amor.
Tiempo siempre de tomar el riesgo,
Siempre.
Tiempo y ser mejor.